Ser joven no es ser acrítico, tampoco en Europa

Se equivocan nuestro presidente del Gobierno y su camarilla si piensan encontrar una mina de votos en la gente joven, sólo por “facilitarles” que disfruten del sexo fuera de un compromiso estable. Es claro que el PSOE ya no defiende los más básicos derechos humanos, por mucho que intenten disfrazar sus nuevas leyes progres con pierrots apolillados.

Es preciso respetar a las personas, por indecentes que puedan parecer. Pero también será obligado rechazar las formas sectarias de hacer política, y más si van en contra de los más elementales derechos humanos. Creo que las próximas elecciones europeas son el momento de dar el primer paso para cambiar un gobierno que no busca lo mejor para todos, tampoco más allá de nuestras fronteras.

Pero, la recusación ha de ser serena e incansable. La mentira sobre lo que es el hombre, o el acoso a sus libertades individuales, son lo más peligroso que un gobernante puede asumir como programa político, de manera más o menos soterrada.

Es posible estar por encima de la marrullería y el engaño de quienes disimulan nuestros males de hoy. Sí, se pueden afrontar con valentía, y a fondo, los problemas cotidianos de la gente. Para ello, no es de recibo integrar la mentira en la resolución de los graves problemas económicos, sociales y éticos que aquejan a nuestro país. ¿O es que nadie conoce las consecuencias gravísimas de tener más de 4 millones de desempleados? ¿O no se quiere saber que se prevé una media de paro para este año del 18’3 % y subiendo aún más en el 2010? ¿Es que a quienes mandan, incluidos sindicatos que deberían ser los más rebeldes, no les afecta esta desgracia nacional?

Ya va siendo hora de desenmascarar tanto cinismo, pues, como dijo Ortega y Gasset, “Toda realidad que se ignora prepara su venganza”. Estaremos de acuerdo en que la democracia tiene como objetivo legítimo conseguir el bien temporal del hombre, pero eso no puede llevar a despreciar la dimensión objetiva del bien y de la realidad, y el valor y dignidad que la ética natural nos dice que tienen todas las personas.

Una pena también para cualquier demócrata es que parece existir un desprecio descarado hacia nuestra Constitución. A veces son los mismos políticos quienes la jalean o relativizan según les conviene, convirtiéndola en pelele de un juego de conveniencias, ayuno de principios. Así, bien pocos se atreven a hacerla valer con determinación en casos “sangrantes”, como en los nuevos estatutos de autonomía, o ante las presiones para imponer una “cultura de la muerte”, o con las leyes que asfixian la libertad de los padres para escoger la educación que deseen para sus hijos, o frente a la impuesta y sectaria educación sexual y reproductiva que se nos viene encima, que más parece una praxis genital, tan lejos de lo que es educar en la afectividad.

Para entender lo grave de la situación, pensemos más en el “para qué” de algunas decisiones de nuestros gobernantes que en el “por qué”. Y, en esa incapacidad de muchos para servir a la “cosa pública”, veremos que la falsedad, la doblez y el engaño se extienden más deprisa cuando están social o económicamente remuneradas. Y así crece la confusión: -¿Hasta dónde las cosas son ciertas, verdaderas o creíbles?   -¡Todo es relativo!, canta el coro de eruditos a la violeta.

No es una “caza de brujas”, amigas y amigos. Es el deseo de poder tener cierta confianza y acercamiento con quien piensa diferente, pero sin dejarse pisar. Es salir del tiempo de letargo, para defenderse de los nuevos señores feudales que ya arrasan las libertades de todo un pueblo.

Una pequeña esperanza, frente a los fundamentalistas del consenso, es ver cómo políticos de izquierda como Mercedes Aroz, diputada por el Partido Socialista de Cataluña en el Congreso entre 1986 y 2000, y senadora desde el 2000 hasta el 2007, se desmarcan definitivamente del socialismo radical que nos gobierna en España, pues consideran que promueve leyes que atentan contra las más elementales derechos humanos, muy especialmente con respecto a los que conciernen a la vida humana y a la familia.

 

Es por eso por lo que confío en que muchos amigos socialistas, algunos dirigentes destacados, demostrarán tener principios antes que carné de partido. Por ello, ni pasivamente pueden respaldar, por ejemplo, el casi aborto libre que se pretende.

O sea, reconocimiento y respeto al pluralismo de nuestras sociedades, sí, por supuesto. Pero tratar a la gente joven, y menos joven, como ignorantes de los valores profundos del conjunto de la sociedad española, o de lo que conviene para vivir una vida digna, eso ya es demasiado.

Aunque uno tenga mucho poder, llega un momento en que pretender hacer de su capa un sayo, lo deja a uno en evidencia. Y no estamos para experimentos de ingeniería social. Así, frente a la cartelería de Partido Socialista en Cataluña, que trata a Silvio Berlusconi como a un enemigo público, vemos al Sr. Zapatero mendigándole ahora, precisamente a él, un lugar prestado en la próxima reunión del G-20, como antes hiciera con el presidente de Francia.

Pero la juventud inconformista está descubriendo tanta incoherencia poltrona. Ya ustedes veran cuál puede ser el “mal menor” en la política europea. Por eso, por favor, sean del Barça o del Madrid, no dejen de ir a votar el día 7 de junio.

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