Largo me lo fiáis

El fin de semana nos ha traído, entre otras noticias, una serie de encuestas de intención de voto. Además de crecer la abstención, los datos más llamativos y lo que está dando pié a toda clase de cábalas y comentarios, es la caída del Partido Socialista y el ascenso del Partido Popular. Unos más y otros menos, las cifras coinciden en poco más de cinco puntos de diferencia a favor de los populares.

Es evidente que el cambio de tendencia está ahí y que la crisis ha hecho su mella en el grupo que gobierna. El problema económico y el paro son los dos principales asuntos que los españoles tendrían presentes a la hora de votar, si hubiera que votar ahora.

El condicional es importante. Si hubiera que votar ahora, pero resulta que, en principio, se votará dentro de dos años y medio. Largo me lo fiáis. Pero es que con independencia del tiempo, que todo lo arregla, de que la situación económica irá a mejor casi por definición y que el Gobierno, a pesar de sus despistes, va a tener tiempo de recuperarse, lo cierto es que las cifras no son para que el Partido Popular eche las campanas a voleo. Si con lo que ha ocurrido, lo que está ocurriendo y con lo que pueda ocurrir, el partido de Mariano Rajoy tiene cinco puntos de ventaja sobre quienes sufren el desgaste continuo del Gobierno e incluso de sus propias fallos, la cosa no parece que sea para tanto y sí para que los populares se apliquen al trabajo y busquen la forma de hacer llegar a los españoles lo que harían o lo que quieren hacer desde La Moncloa.

Hacer oposición no es fácil, porque además de no tener el Boletín Oficial del Estado, arma poderosísima, en manos de cualquier político, o te pasas o no llegas. La prueba es que incluso dentro del propio Partido Popular las opiniones siguen divididas y no es tanto que se ponga en cuestión el liderazgo, sino que se pone entre paréntesis la forma de hacer oposición. Ese es, sin duda, el mayor problema del Partido Popular. Los problemas están a la vista de todos y no es difícil ponerlos en el escaparate de la opinión pública, el problema es el cómo y el cuando.

Posiblemente lo que falle a los populares sea el ‘tempo’ y fundamentalmente las formas. El ‘todo va mal’ y el ‘todo es un desastre’, tiene su medida y esa medida es la que posiblemente se les esté yendo de las manos a algunos dirigentes de Génova.

Con toda seguridad la mayoría de los españoles, a fecha de hoy, no quieren a José Luís Rodríguez Zapatero en La Moncloa. La duda es si la mayoría de los españoles quiere a Mariano Rajoy en la presidencia del Gobierno.

 
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