Se siente, se siente, Zapatero es presidente.

Más adelante, en el transcurso de la cena  (¿quién puede resistirse al tópico de las cenas grandes y de las sepulturas llenas?) en La Moncloa, Rodríguez Zapatero amenazó con ejercer de presidente del Gobierno si no se resolvía la negociación entre sindicatos y patronal en 48 horas.

‘¿Os doy 48 horas –dicen que les dijo-. Si esto no evoluciona actúo como Gobierno’. Le faltó decir, ‘por una vez y sin que sirva de precedente’.

Pero la cosa es más seria de lo que parece: ¿en calidad de qué ha actuado el presidente hasta ahora en materia tan delicada como la laboral? ¿Es que el Gobierno no ejerce y deja a eso que se llama los agentes sociales la decisión sobre algo tan importante como el puesto de trabajo de los españoles? ¿Por qué es una amenaza que el presidente del Gobierno, elegido democráticamente, actúe como tal?

Demasiados interrogantes para una sola negociación. Con independencia de las condiciones, más o menos aceptables de unos y otros, alguien, por ejemplo el ministro Corbacho, debería haberse ‘mojado’ más y antes. Las cifras de parados, las necesarias reformas estructurales en nuestro mundo laboral, y las repercusiones sociales y económicas de las relaciones entre patronal y sindicatos son demasiado importantes como para que, tras meses de negociación, se resuelvan en un ultimátum de 48 horas.

Y es que el problema era Solbes. Al menos –una vez más dicen que dijo- eso es lo que dice Ridao que le dijo Rodríguez Zapatero, y también dicen que le dijo a la vicepresidenta económica que había que poner más dinero encima de la mesa para financiar a las autonomías o, por mejor decir, para que algunas autonomías dieran el tan ansiado sí.

A eso lo llama el presidente del Gobierno ‘vertebrar España’. Y don José Ortega y Gasset sin enterarse. ¿O es que no es eso, no es eso?

Y como Moratinos –Moratinos el pragmático- tenía ‘mono’ de Gibraltar, pues se hace la foto que tiene indignado a medio país. El otro medio prácticamente lo ocupa todo don Manuel Fraga, a quién la visita del ministro le ha parecido de perlas. Y es que Rajoy tiene el partido en un puño. Y lo tiene a base de frases ingeniosas que despiertan los aplausos espontáneos de Javier Arenas en tierras andaluzas. ‘El primer ministro de Asuntos Exteriores de la historia que ha estado de visita oficial en su propio país’. A eso se le llama oposición pura y dura y tener criterio incluso por encima de lo que opine el Presidente Fundador del Partido Popular. E incluso Rajoy gobierna el partido en contra de las opiniones de Esperanza Aguirre que, aunque no es presidente fundadora, en una de estas y al menor descuida funda algo. Pero en tanto sí o no, dice claramente que la abstención en materia de financiación autonómica ha sido un error de los populares. Lo que pasa es que mientras Arenas siga aplaudiendo no hay problema.

O sea, que el golazo de los ingleses ha sido de los de ‘a la antigua usanza’ que diría el maestro Matías Prats Cañete en la época que acuñó aquello tan famoso de ‘la pérfida Albión’ mientras narraba el gol de Zarra. Que no hay más que leer los tabloides británicos para irse haciendo una idea. Y es que del desatino a la memez no hay más que un paso.

 
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