El aeropuerto de Castellón es noticia

Ya se pueden adquirir los billetes desde hoy, por 31,99 euros. Esperan 30.000 pasajeros antes de abril próximo.

Ryanair empieza por lo seguro, el turismo de sol y playa de origen británico, y a la vista se vislumbran vuelos a Alemania, países escandinavos… La aerolínea opera con 1.600 vuelos diarios, transportó el año pasado 90 millones de pasajeros y la compañía irlandesa “low cost” tiene a sus espaldas 30 años de experiencia.

El aeropuerto de Castellón ya no es noticia por ser un aeropuerto “fantasma”, “sin aviones”, con carencia de permisos o cuestiones técnicas por resolver, por no hablar de los exhaustivos estudios medioambientales que desde el Gobierno de Zapatero se cebaron en la protección de unas pocas parejas de aguiluchos cenizos. Sí, de todo ha habido con este aeropuerto: pifias, zancadillas y un desprestigio en ciertos medios no proporcional con otros aeropuertos españoles, cuyo origen pertenece a la objetividad o profesionalidad que cada uno nos labramos.

Ryanair no tiene ningún contrato ni con la Diputación de Castellón ni con la Generalitat Valenciana, que le compense de alguna manera por no alcanzar cierto número de pasajeros u otros criterios. Opera porque le parece interesante económicamente y le ve futuro empresarial, como a la mayoría de las instituciones y empresarios de la provincia de Castellón.

Castellón era, hasta ahora, la única provincia del Mediterráneo español sin aeropuerto. Es una provincia con muchas posibilidades turísticas, que tiene más de un millón de personas en época estival, sobre todo concentrados en el eje Peñíscola-Benicarló-Vinaroz y en el eje Benicássim-Oropesa del Mar, por no hablar de la propia capital de la provincia, Castellón, con más de 6 kilómetros de playas envidiables. A eso hay que sumarle el turismo interior, con atractivos de todo tipo: muchos no saben que Castellón es la segunda provincia más montañosa de España. Tiene un amplio margen de desestacionalizar el turismo, por su clima benigno. Atención a estos datos.

No soy partidario de que cada provincia tenga su aeropuerto, como tampoco lo soy de que cada provincia tenga su universidad, cada comunidad autónoma su propia televisión pública y casi toda capital de provincia su conexión por AVE. Pienso que la mayoría coincide con mi opinión, pero las discrepancias empiezan cuando ser analiza qué aeropuerto es innecesario, qué universidad es un derroche o qué tramo de AVE ha sido o va ser un despilfarro.

He trabajado y vivido en Castellón desde el año 2000. He vivido el germen del aeropuerto y la ilusión de una provincia… a la vez que el menosprecio de Zapatero, que puso todas las trabas posibles y ni un solo euro. Estuve en la inauguración del aeropuerto, en marzo de 2011, y asistí ayer a la rueda de prensa de Ryanair en el Palacio de las Aulas, sede de la Diputación de Castellón, cuyo presidente – Javier Moliner – ha sido decisivo para “desatascar” el aeropuerto de Castellón y hacer atractiva la gestión a la empresa canadiense Lavalin: ha dinamizado esfuerzos para sumar.

No voy a referirme a aeropuertos españoles que son un monumento al despilfarro y que son un hazmerreír, por su nula o simbólica actividad. Ryanair no entraría en muchos de ellos, y sí lo hace en Castellón. ¿Razones ocultas o simplemente que ve un mercado real turístico?

Ryanair es la primera aerolínea con vuelos regulares. Siguen muy activas gestiones para que otras compañías tengan vuelos regulares y charters. Un alto cargo del aeropuerto me comentaba que, con 400.000 pasajeros anuales, es más que rentable el aeropuerto de Castellón, y desde luego una inyección económica de entidad para la provincia.

 

Las críticas fáciles al aeropuerto de Castellón merecen ahora una reflexión de otro tipo. Sin sectarismos políticos ni geográficos, sopesando los servicios públicos que podemos mantener y sus diversos modos de gestión, ahí sí me encontraré a gusto debatiendo diversos puntos de vista, pero nunca frivoleando con la ilusión legítima de una provincia que busca “despegar”.

¿Algún lector conoció la provincia de Alicante hace 50 años? Basta ver cómo se ha desarrollado turísticamente “la playa de Madrid”, como se le conoce coloquialmente. Alguien creyó en sus posibilidades. Castellón no quiere ser otro Alicante, pero su idiosincrasia y espíritu emprendedor puede dar muchas sorpresas.

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