A ETA no le obedecen ni los suyos

A los sucesores de la ilegalizada Batasuna no les salen las cuentas. En las elecciones vascas del domingo, los ‘abertzales’ contabilizaron algo más de cien mil votos, conseguidos gracias a las papeletas ilegalizadas de Democracia 3 Millones (D3M). De haber sido válidos, habrían significado siete escaños, o, lo que es lo mismo, un 5% de apoyo ciudadano. Cifras que, sin duda, demuestran una tendencia a la baja de la izquierda proetarra.

La orden que la banda terrorista había dado era clara: votar nulo para responder a las ilegalizaciones de sus dos listas por parte del Tribunal Supremo. El Parlamento, que se constituirá en las próximas fechas, es para ETA una cámara “fascista” y sin legitimidad democrática. Pero la consigna no ha calado entre las bases 'abertzales’.

Hay que tener en cuenta que 100.900 votos son muchos apoyos en una población como la vasca. Pero hay una disposición bajista: los proetarras han perdido 50.000 apoyos respecto a los comicios de 2005, donde el Partido Comunista de las Tierras Vascas (PCTV-EHAK) consiguió 150.644 votos. Casi un tercio de sus seguidores, por tanto, han dicho ‘No’ a las directrices etarras.

Una fuga de 50.000 votos es un hecho reseñable que los dirigentes de Batasuna deberán analizar. Sus llamamientos y las campañas de buzoneo por todo el País Vasco no han surtido el efecto deseado. Sus simpatizantes o se han quedado en casa o han acudido a las urnas para votar en contra de la violencia de ETA.

Por ello es más significativo el espectacular avance de Aralar, que contará con cuatro representantes en la cámara vasca. Su ideología es prácticamente calcada a la de Batasuna, pero con una salvedad: Patxi Zabaleta y los suyos no quieren oír hablar de la ‘kale borroka’ ni de la lucha armada. Y son, ahora, la cuarta fuerza política de Euskadi con 34.000 votos más que en 2005.

Se abre, tras estos comicios, una amplia ventana al optimismo, porque buena parte de la sociedad vasca que apoyaba a ETA parece desmarcarse de la violencia. La banda terrorista, no sólo pierde ‘gudaris’ gracias a la presión policial en España y Francia, sino que también ve como sus apoyos ciudadanos son cada vez menos.

El malestar en la banda en este momento debe de ser de órdago. Ven como Aralar les va ganando terreno, no sólo moral sino físico, y como empiezan a ser conocidos como el partido ‘abertzale’. Podría decirse que el hijo pródigo ha superado al padre. Batasuna no, Aralar sí. O, lo que es lo mismo, violencia no, condena a los atentados sí. Poco a poco, la ciudadanía vasca gana en libertad.

A los proetarras les queda una larga travesía por el desierto. Con una cúpula descabezada (gran parte de sus dirigentes están entre rejas) y unas bases desmoralizadas (a pesar de que quieran transmitir un triunfalismo inexistente), los sucesores de Batasuna van a pasar cuatro años fuera del Parlamento vasco, alejados de la toma de decisiones, lo cual mermará considerablemente su poder político.

De momento, nos quedamos con que en la cámara de Vitoria habrá ‘abertzales’. Sí. Pero no de los que apoyan el tiro en la nuca o el coche bomba.

 
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