Se busca plan de Comunicación

¿Por qué Rajoy no consigue auparse en las encuestas por más oportunidades que le deje el actual Gobierno y por más balones que las circunstancias políticas, judiciales y sociales, la coyuntura económica y hasta el clima, le ponen justo ante los pies?

Rajoy tiene dos tipos de discursos. Están por un lado los mensajes-respuesta, las declaraciones de reacción que constituyen, o al menos así lo parece, aproximadamente el 99% de las manifestaciones públicas del líder de la oposición. Son esas declaraciones de las que las televisiones entresacan apenas unos segundos utilizados como contrapunto de acciones, palabras u omisiones del Gobierno y, por tanto, siempre en un plano subordinado respecto del eje conductor de la información. El Rajoy del discurso-reacción es poco telegénico. No le acompañan ni la barba ni el gesto ni las dificultades para pronunciar todas las letras del abecedario. Y mucho menos el tono profesoral antiguo que adopta cuando, levantando el índice, repite: “Y quiero decirle al sr. presidente del Gobierno…”.

Pero hay ocasiones, como hace unos días en el congreso que le montaron en Valencia para darle ocasión de lanzar mensajes sin ir a rebufo del Gobierno, en las que Rajoy realiza discursos importantes, de gran calado, llenos de contenido. ¿Por qué esos mensajes no son capaces de generar corrientes continuas y fluidas de opinión, sino que parece más bien que se agotan y acaban en las páginas de las ediciones de prensa del día siguiente?

Mi teoría es que no se trata de un problema de plataformas mediáticas: de una u otra manera, por aquí y por allá, el líder de la oposición tiene acceso y espacio posiblemente suficientes, en los medios de comunicación, para llegar a la opinión pública. Y tampoco creo que sea una cuestión de simple imagen televisiva. Aznar era mucho peor. Y qué decir de Fraga.

Por tanto, si Rajoy tiene ideas y programa; si la barba y la salivación no son tan decisivas y si cuenta con medios de comunicación a través de los cuales llegar a los ciudadanos, quizás el problema está en que para llegar al corazón de los votantes no sólo hay que tener ideas sino, sobre todo, hay que ser capaz de generar impresiones susceptibles de ser procesadas como valores. Hay que comunicar.

Por ejemplo, Esperanza Aguirre se ha revelado como una comunicadora extraordinaria. No sólo porque gestiona cada discurso como si fuera único, sino sobre todo porque ha sido capaz de construir su propia agenda de temas y tiempos y de generar un discurso global suyo, propio, con ideas-fuerza rematadas como clavos en cada intervención, en cada actuación pública, en cada visita e inauguración. “Pico y pala”. Imposible mejor “claim” para una campaña de imagen centrada en la idea de eficacia, crecimiento y progreso basado en el trabajo bien hecho.

Algo así le falta a Rajoy. Un plan de comunicación integrador de mensajes y capaz de convertirle en la representación de un valor deseable para una mayoría. Da la impresión de que sus asesores lo están intentando. Pero Gallardón se ha apropiado del consenso como valor constructor de su imagen pública –imposible imaginar a Rajoy generando el mismo tipo de adhesiones-- y Aguirre es la reina de la gestión eficaz orientada al ciudadano. ¿Qué le ha quedado a Rajoy? La “sensatez”, que es lo que al parecer se intenta comunicar de él. En fin, si al final de lo que se trata es de elegir entre “sensatez” y “talante”, francamente, creo que lo sigue teniendo crudo. ¿Por qué no buscan algo un poco mejor?

 
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