No nos lo haga más difícil, señor Presidente

Cuando en la entrevista que le hizo el pasado jueves Pedro Piqueras en Tele 5, Zapatero realizó un elogio del portavoz de Batasuna, Arnaldo Otegui, he de reconocer que sentí una enorme tristeza. ¡Cómo es posible!, pensé, que todo un Presidente de Gobierno diga que el portavoz de una formación política ilegalizada que es el brazo político de una banda terrorista, ha venido haciendo en los últimos tiempos un discurso por la paz.   Me pregunté cómo se puede llegar a este estado de cosas. Me pregunté qué tipo de resortes internos le llevan a Zapatero a cometer semejante atropello. Me hice muchas más preguntas y, de momento, llegué a las siguientes conclusiones:   -Zapatero es una persona de dudosos valores y escasos escrúpulos. Si los tuviera, nunca alabaría, desde su responsabilidad institucional de Presidente del Gobierno, al portavoz de un grupo político que nunca ha condenado el terrorismo.   -Zapatero no piensa ni un segundo en las víctimas del terrorismo. Si lo hubiera hecho, no hubiera dicho lo que dijo sobre Otegui, porque ese elogio supone un insulto a las víctimas. El portavoz de Batasuna no condenó en su día el asesinato de socialistas como Fernando Buesa, Ernest Lluch, Fernando Múgica, Froilán Elespe, ni de ninguna otra persona.   -El Presidente del Gobierno funciona con algunos parámetros enormemente peligrosos, que, por ejemplo, le llevan a decir a la madre de Irene Villa que claro que se puede poner en el lugar de su hija, porque a él le mataron a su abuelo durante la Guerra Civil.   Zapatero ha repetido hasta la saciedad que lo que él llama de forma tan torpe como equivocada, “proceso de paz”, va a ser largo, duro y difícil. En condiciones normales, esa afirmación habría que entenderla en el contexto de lo que pueda hacer ETA en los próximos meses, pero desgraciadamente, creo que habrá que ir considerando que cuando el Presidente del Gobierno dice eso, debe de estar pensando en situaciones que van a ser muy difíciles de aceptar para los ciudadanos de bien y, muy especialmente, para las víctimas del terrorismo.   Como estamos todavía en los prolegómenos de ese “proceso”, y aunque puede ser un ejercicio de voluntarismo más que otra cosa, habría que pedirle a Zapatero que, por favor, no traspase nunca, no ya esas líneas rojas que el líder de la oposición le marcó en su reunión en la Moncloa; no, que no traspase esas líneas que están asociadas a la memoria, a la dignidad y a la justicia con las víctimas del terrorismo.   Que no ofenda gratuitamente los sentimientos de los españoles que en tantas ocasiones se han movilizado, han salido a la calle, cada vez que ETA asestaba un zarpazo. Que se acuerde el Presidente de la cara que tenía Ortega Lara cuando fue liberado por la Guardia Civil; que recuerde a Miguel Ángel Blanco llegando en coma al hospital de Nuestra Señora de Aranzazu de San Sebastián tras haber recibido dos tiros en la cabeza. Que grabe en su retina tantos y tantos momentos de dolor, de viudas desconsoladas, de madres destrozadas, de niños aturdidos ante el féretro de su marido, hijo o padre asesinado por ETA.   En definitiva, que el Presidente del Gobierno no nos haga más difícil lo que muy probablemente vamos a tener que ver y vivir en los próximos meses.

 
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