La industria no crea empleo

El Gobierno ya tiene ante sí un programa por cumplir, el enunciado por el Rodríguez Zapatero en el debate de investidura como presidente del Ejecutivo para los próximos cuatro años. Pedíamos en nuestra crónica anterior más dosis de realismo en el diagnóstico, para errar menos en las soluciones. Alguna variación hubo: hemos pasado de negar la evidencia a aceptar lo que en todo momento el presidente denominó desaceleración económica.

No es el caso perder el tiempo en buscarle explicaciones semánticas a lo que ocurre y da igual cómo demos en llamarlo. Ya se encargan los analistas más conspicuos de poner las cosas en su sitio. Y los últimos análisis, del Servicio de Estudios del BBVA, de la Asociación Española de Banca y del Fondo Monetario Internacional nos vienen a decir que las previsiones del Gobierno están claramente rebasadas en sentido negativo, aunque vienen a coincidir con el Ejecutivo en que la duración del proceso de caída de la economía puede prolongarse dos años, más o menos.

Las cifras de crecimiento avanzadas por unos y otros lo que anuncian es, en cualquiera de los casos, un aumento del desempleo que, unida al crecimiento de la población activa, nos colocaría en una tasa de paro cercana al 10%.

Rodríguez Zapatero, para afrontar este problema confía en que las holguras presupuestarias permitirán mantener las ofertas electorales, no sólo las fiscales, sino las derivadas de compromisos sociales, como los de la Ley de Dependencia, la subida de las pensiones o el gasto en partidas vinculadas con la protección al desempleo.

Es difícil avizorar si le dará de sí el dinero para estos empeños, pero, en todo caso, la economía española tiene un amplio margen de endeudamiento para cumplir estas expectativas.

Otra cosa es que se propongan medidas claramente ilusorias para contentar a los electores. Una de ellas es ese pretendido plan para trasvasar parados del sector de la construcción al sector industrial. Con las cifras en la mano, la industria española lleva más de un año sin crear empleo neto. Las tasas negativas de los ocupados en la industria no son alarmantes, pero sí son permanentes. Prometer esa alquimia laboral es generar una expectativas engañosas que no van a favorecer la pretensión de Rodríguez Zapatero de conseguir un “gran acuerdo económico social”. Ni siquiera con estos sindicatos aburguesados y esta patronal entregada. 

 
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