La auténtica Educación, ¿para cuándo?

Examen de Selectividad.
Examen de Selectividad.

Ante la situación extraordinaria que estamos viviendo lo primero es desearos que tanto vosotros como vuestras familias, amigos y conocidos os encontréis bien. Tras estas semanas de confinamiento donde he podido sacar algún momento para la reflexión, me gustaría compartir mis inquietudes esperando que nos sean de ayuda. Confío que lo toméis como lo que es, una opinión más, un pensamiento en voz alta que al no poder hacerlo en persona lo comento y comparto ahora por aquí desde el cariño y las ganas que pueda tener de mejorar tanto personal como profesionalmente para la sociedad.

Ante el repentino cambio en nuestras rutinas, hábitos y en general cambio de vida..., veo necesaria una toma de conciencia real por parte de todos, no solo de la situación en sí, sino también de lo que hasta ahora no hayamos hecho del todo bien, ni personal, ni profesionalmente. Dicha toma de conciencia nos puede llevar a buscar otra manera de hacer las cosas, sin miedos, sin presiones, sin prisas, sin por obligación. Y que ese cambio sea desde el disfrute de hacer las cosas con pasión, por elección, con ganas de aprender por el mero hecho de aprender en sí y seguir creciendo.

Muchos neurocientíficos, psiquiatras, psicólogos, etc...nos demuestran en sus estudios y en su práctica que cuando se hacen las cosas por que sí, no hay disfrute y por consiguiente no aportan nada, no se aprende, solo se cumple y ya. Una pena....

Que bonito reto sería por nuestra parte los maestros conseguir que nuestros alumnos e incluso nosotros hiciésemos las cosas disfrutando, con amor y no solo por obligación, para que no me echen o para que no me suspendan. Disfrutando la creatividad aumenta, crecemos y creamos más y mejores cosas para los demás y para nosotros mismos. En definitiva, por AMOR.

Otros sin embargo, lo harán por querer más poder, más dinero, más reconocimiento, etc..., es decir, el ego en su máxima expresión.

Todavía estamos a tiempo!! Fijémonos hasta que punto nuestra sociedad está enferma y nosotros personalmente no estamos bien, que ante un virus como este y ante un golpe como este, nuestra primera prioridad en estas primeras semanas de desconcierto e incertidumbre, haya sido el querer seguir como si nada pasase, mandando trabajo a los niños para casa, evaluándoles, empezando ya con los contenidos de la tercera evaluación, formárndonos en herramientas nuevas, elaborando los futuros criterios de una tercera evaluación (que no sabemos ni si se llevará a cabo) en menos de 24 h, etc...y todo para YA. Más compaginarlo con nuestra vida familiar y personal que ha sufrido un cambio importante. Muchas personas hemos pasado de la noche a la mañana a tener tres o cuatro trabajos más, a parte del nuestro y encima todos a la vez. Y por si fuera poco, mantener la normalidad dentro de una situación anormal, novedosa y peligrosa, y confiar en que nada nos afecte, cuanto menos, es complejo gestionar.

En vez, de ponernos a pensar, que ha pasado?, que nos quiere decir este virus?, cómo se lo voy a explicar a los niños (hijos, alumnos), qué vamos a hacer ahora? qué es lo que está infectado a nivel de humanidad? Qué vamos a aprender de esto?

En vez de darnos un tiempo para adaptarnos a la nueva situación, para aceptarla, para cuidarnos y cuidar a los demás, ordenar prioridades, etc...y después ya, poco a poco empezar a trabajar. En nuestro caso, me refiero a que igual nos hemos ocupado sólo de la parte académica pues nos presiona el propio sistema y desatendemos la parte emocional tanto de los niños como de las familias y la nuestra propia. Sin valorar ni cuidar tampoco, ni nuestra salud física ni personal/emocional/mental, ni la de los nuestros (familia, amigos, compañeros, conocidos o no); Una educación volcada en lo académico y no en la persona (física, mental y espiritualmente).

Y es aquí donde nos da de lleno, la pescadilla que se muerde la cola: si no tenemos educación en y para cuidar nuestra salud, tampoco tendremos salud para poder educarnos. No hay salud sin educación ni educación sin salud. Necesito tener salud para educarme y al mismo tiempo educación para cuidar mi salud. Si yo no estoy bien los demás tampoco lo estarán, no podré aportar ni colaborar a la sociedad. Nos hemos visto desbordados, vosotros, los padres, los profesores, y por ello y de ello nos tenemos que ocupar.

 

Ocupémomos de reflexionar, pensar , tomar conciencia, encontrarnos, autoconocernos, transformarnos a nosotros y a la sociedad. No me mal interpretes, no digo de no ocuparnos del trabajo, no, sino de hacerlo pero con tranquilidad, en su justa medida, y sobre todo procurando gestionarlo lo mejor posible y no anteponiéndolo a nuestra salud física y emocional ni la de los demás.

Nuestros alumnos e hijos es la primera vez que viven una situación así y ojalá no lo tengan que volver a pasar. Nos debemos a su bienestar, que pasa por estar nosotros bien y tranquilos primero para después transmitírselo a ellos.Bastante tienen con procurar entender la situación, sobrellevarla, seguir contentos y disfrutando de la vida durante el confinamiento. No me parece oportuno el plantearnos una evaluación de sus tareas hechas en casa en estos momentos, procuremos más que los niños sigan aprendiendo con y por gusto, no pierdan hábito de estudio y se sigan esforzando.

Valoremos que todos están haciendo lo que está en su mano, los hay que tienen medios (ordenador) pero no para cada miembro de la familia, que los padres siguen teletrabajando, que hay niños que están solos y que incluso hay padres sin trabajo que igual tendrán que prescindir de internet para dar de comer a sus hijos. Y a lo que también podemos sumar que muchos habrán perdido a familiares y estén sobrellevando su duelo, y su estado anímico y emocional influya en su ambiente familiar... Si el virus ha llegado a nuestras vidas para que paremos, paremos de verdad y no sigamos metidos en la rueda.

De verdad que lo primero que se le ocurre a la ministra de educación y a nosotros mismos es ocuparnos veloz y exclusivamente de la parte académica y no atender a nuestra parte emocional ni a la de los demás? Pues está claro, igual no vamos bien... Y si buscaramos otros objetivos y/o antepusiésemos el aprendizaje a la evaluación...? Y si lo importante ahora fuese sobrevivir al confinamiento como buenamente podamos, dándole a nuestros hijos, familiares, amigos, etc...,todo nuestro cariño? Y si no quisiésemos ser en todo los más y mejores sino simplemente buenos y suficientes..., pero felices....?

Y si valorásemos lo que tenemos y dejásemos de perseguir lo que no tenemos?

Y si en general prefiriésemos en vez de necesitar, compartamos en vez de poseer?

Y si fuésemos más agradecidos y empáticos, compasivos..., etc...?

Sinceramente, creo que en un futuro la escuela debería ocuparse de formar a las personas tanto académica como emocionalmente y ambas con el mismo peso a la hora de evaluar o mejor, dar valor a ambas competencias. Eso sí, una valoración centrada en la persona en sí, tanto en sus virtudes como en sus defectos. Que su preparación y formación personal sea igual de importante o más que su preparación académica. Procurando también orientar y respetar lo que cada uno elija desarrollarse en la vida. Que consiga ser feliz con su elección y sea tan respetable como la de los demás. Que se quiera mucho a él mismo y a los demás, que busque el bienestar de sí mismo y a los demás, que elimine los juicios, las quejas, el victimismo, lo horrible y practique la aceptación, la gratitud, la actitud positiva, la empatía, el desapego y la compasión., etc...Que mejores bases para una buena educación... “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. (Nelson Mandela)

Bueno, espero no haberos aburrido mucho. Sentía las ganas de hacerlo, de ofrecer acompañamiento y ayuda.

GRACIAS!

Ojalá, podamos volver a vivir y trabajar con normalidad cuando acabemos con el virus, modificando lo que cada uno considere oportuno y así aportemos nuestro granito en la mejora de esta sociedad y del mundo en general.

Cuídate física, mental, espiritual y emocionalmente!!!,

Un fuerte abrazo,

Mariela

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