La Unión Europea debe experimentar un cambio, pero merece la pena

Considero que las instituciones deben tener como fin principal el atender los reclamos de la ciudadanía, cubriendo sus necesidades con la mayor calidad y vocación de servicio  posible. Cuando son los ciudadanos los que están al servicio de grandes élites o instituciones potencialmente relevantes, nos presentamos ante el riesgo de constituir la antesala del totalitarismo, la sumisión y de que el verdadero bienestar ciudadano se coloque en segunda instancia.

Banderas UE.
Banderas UE.

  La unidad europea es una meta que la civilización tuvo hace bastante tiempo. Principalmente, cuando se comienza a entender Europa como concepto político y se derrota el nacionalismo identitario d. Este proyecto se ha llevado a cabo en torno a una gran organización social y política: la Unión Europea, la cual se está prestando a notables amenazas de corte social, político y económico.

  Es esencial constatar nuestros pilares característicos, los vínculos de unión de la civilización occidental, siendo estos tres: el pensamiento griego, el derecho Romano y la espiritualidad cristiana. Siendo estos conceptos clave para comprender nuestra civilización y por consiguiente los rasgos culturales que nos caracterizan y, también para traer cohesión social-política a la Comunidad Europea. Debiendo ser está, a mi juicio, la encargada de portar, divulgar y proteger el legado fruto de generaciones antecesoras, un legado que con sus luces y sus sombras nos ha abierto el camino al presente y que además, nos otorga la obligación moral de cuidarlo y en ningún caso distorsionarlo u olvidarlo. Pero por desgracia, cada vez se evidencia con más nitidez la degradación y distorsión de este legado ya que una serie de indoctos e inhábiles intencionados, de distintos cortes ideológicos apelan sistemáticamente a condenar la historia, olvidarla e intentan también crear identidades colectivas que, como bien dijo Karl Popper, “Las identidades colectivas no existen, solo las individuales”.

 Existen diversos y grandes conflictos que amenazan a Europa, a sus habitantes. Entre estos conflictos hay un pimpante manifiesto de: la creciente inseguridad, debida en múltiples ocasiones al intento fallido de alear culturas  muy distintas; desembocando esto en importantes conflictos sociales y económicos que derivan en inseguridad callejera, amenaza a la libertad religiosa y supone también un relevante despilfarro de limitados recursos económicos. Es también un problema la inexistente motivación para manifestar nuestras raíces comunes, como dijo él escritor francés Glissant, “Las raíces no deben profundizar hacia la oscuridad atávica de los orígenes, sino extenderse horizontalmente como las ramas de un árbol hasta que encuentran las ramas de otro árbol, aún permaneciendo cada una de ellas en una persona distinta” y a día de hoy es lo que sucede en la U.E., la conforman naciones relacionadas entre sí, con indiscutibles vínculos pasados pero con identidades distintas. La falta de transparencia institucional y el sometimiento absoluto a doctrinas en muchas ocasiones utópicas predicadas por dispares representantes son también importantes conflictos para la institución. Recuerda este último concepto a la manifestación artística llamada “Aparición de la Virgen a San Ramón Nonnato”, de F. Pacheco, donde un rebaño de ovejas adora y se somete a unos ángeles sin exhibir ningún espíritu crítico; siendo en este símil los representantes políticos prometiendo recetas milagrosas sin explicar cómo llegaremos a lograrlas, con una base argumental razonable.

Estoy férreamente convencido de que otra Europa es posible, pero considero que debemos seguir una serie de pautas. Debemos tener claro que debe prevalecer la soberanía de cada nación por encima de cualquier intento de distorsión o ataque por parte de una institución superior, ya que la nación es valiosa y debemos defenderla; las naciones deben estar delimitadas física y psicológicamente, ya que de no ser así nos inmergiríamos en una pérdida de identidad abocada al fracaso; también, debemos poner en valor nuestros lazos: los valores y características que nos unen y aparcar los matices que nos marcan una disyuntiva absurda; debemos asegurarnos de que la libertad de los ciudadanos esté siempre presente, cumpliendo la legalidad vigente; además, debemos tener claro que es imprescindible incrementar la transparencia de todos los gobiernos y de la propia U.E. y, también, debemos acometer una serie de reformas muy necesarias para acabar con el despilfarro económico y la nula  eficacia que la burocracia genera.

Creo que siguiendo esa línea que asegura los principios de libertad, seguridad y prosperidad merece la pena contribuir a la causa que Europa representa. Por ello, me opongo a los movimientos euroescépticos que dan la batalla por perdida y al parecer, no tienen ningún programa para el futuro de Europa no sabiendo reconocer el gran aporte que su nación puede realizar a esta gran comunidad.

Por los motivos expuestos anteriormente, creo que merece la pena formar parte de esta gran institución pero, teniendo claro para qué estamos en ella: defender nuestra nación y cooperar con naciones hermanas hacia objetivos que mejoren el bienestar de la ciudadanía.

  1. Jorge Buxadé Villalba. “Soberanía”. (2021). Editorial Homo Legens. Madrid, España.
  2. Francisco Aldecoa. El Proyecto de Unidad Europea”. (2019). Editorial Salvat. España.
  3. Roger Scruton. “Como ser conservador”. (2014). Editorial Homo Legens. Madrid, España.
  4. Cayetana Álvarez de Toledo Peralta-Ramos. “Políticamente indeseable”. (2021). Editorial Penguin Random Side, Barcelona, España.

 

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