Tú eres Pedro

El Papa ha muerto. El hombre admirado en todo el mundo; el Papa de los jóvenes; el Papa que vino del Este; el Papa que no tenía miedo; el Papa de las multitudes; el Papa rezador; el Papa del dolor; el Papa que ha pasado los últimos años de su vida abrazado a la cruz de la enfermedad ha muerto. La Iglesia Católica se encuentra en "Sede vacante". Son unos días en los que la Iglesia, que reza y llora por el Papa que se ha ido, espera, y espera con toda esperanza, al nuevo Papa.

Los Papas no dejan herencia, pero el legado que Juan Pablo II tiene depositado encima de la mesa de su sucesor es impresionante porque es un legado de oración y de sacrificio, el legado de una vida -con unas características muy especiales-, que asegura a quien ocupe la Silla de Pedro un pontificado con frutos del ciento por uno.

En muy pocos días el Cardenal Camarlengo, que ha anunciado al mundo que el Papa ha muerto, anunciará al mundo el nombre del nuevo Papa. 

La pena se mezcla con la esperanza y triunfa la esperanza.

La Iglesia ya reza por el nuevo Papa, sea el que sea. La razón es muy simple: el "Tú eres Pedro" de Jesucristo a orillas del lago de Tiberiades resuena con fuerza a través de los siglos y pasa por encima de las vicisitudes por las que la Iglesia pueda atravesar y resuena más que nunca en estos días de vacío en San Pedro del Vaticano.

El anillo del Pescador espera una mano fuerte en la que colocarse. Y los católicos sabemos que esa mano será la justa y apropiada para el momento que la Iglesia Católica se dispone a vivir tras la desaparición de una figura de la talla impresionante de Juan Pablo II.

No hay solución de continuidad, porque Cristo asiste a su Iglesia y las promesas que hizo a Pedro siguen de perenne actualidad hasta el fin de los siglos.

El Espíritu Santo tomará sitio en el Cónclave y los Cardenales elegirán, no al sucesor de Karol Wojtyla, sino al sucesor de Pedro, con la seguridad de que "las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella".

 
Comentarios