El Presidente biscuter

El "Biscuter" era un cochecito pequeño, graciosillo e insignificante que circulaba por nuestras ciudades en la decada de los 50 y mediados de los 60. Luego desapareció rebasado por los "acontecimientos" del mercado automovilístico e incluso superado por su propia inutilidad en la España del desarrollo. Era un coche que no tenía marcha atrás. Como no pesaba nada, y dado su mínimo tamaño, se le daba la vuelta a mano. Se levantaba, se giraba sobre sus ruedas y ya enfilaba la dirección contraria. Se aparcaba de igual manera, como cogiéndolo en brazos. Era pequeñito y bajito e incluso descapotable. Tenemos un Presidente de Gobierno "biscuter". Aparte de otras semejanzas con el artefacto del siglo pasado, el parecido más importante es que no tiene marcha atrás. Se mete en un jardín y ya no hay quien le haga dar la vuelta; tira por el camino equivocado y "erre que erre". Empezará a elucubrar con la semántica, pondrá paños calientes en un asunto y en otro, procurará contentar a todos pero de poner la marcha atrás, ni en sueños. Mariano Rajoyle ha dicho que rectifique, concretamente en el asunto del Estatut. Que diga que se ha equivocado y que cambie de dirección. En su propio partido las voces disonantes e irritadas ya son de dominio público. Desde ministros que se escaquean del Consejo de los viernes, hasta autonomías socialistas "de toda la vida" que se encabritan. Pero no hay vuelta atrás. La "no marcha atrás" tiene mucho que ver con una huida hacia adelante. Cuando uno se ha subido a la montaña rusa, bajarse en marcha es un suicidio, hay que seguir y, además, hay que poner cara de estar pasándolo bomba y no parece que Rodríguez Zapatero esté por la labor de tirarse a la vía. Pero una vez más hay que decirle que la montaña rusa tiene muchos vagones y en esos departamentos vamos todos los españoles. A lo mejor debería tirar del freno de mano y pararse a ver si hay que dar la vuelta o simplemente bajarse del artefacto. Ya se habla de adelanto de elecciones e incluso hay socialistas que, cada vez en voz menos baja, se permiten aludir a un cambio de foto en el cartel electoral. El "biscuter" da para lo que da. El cochecillo tenía un recorrido muy concreto y una velocidad más bien pequeña. Era lo que ahora se llamaría un coche urbano, impensable y ridículo para circular por una autopista. Ese es el problema, que nadie da lo que no tiene ni está obligado a dar más de lo que puede dar. Y el "biscuter" es el "biscuter".

 
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