Por la boca… La proximidad de los políticos

Cualquier ciudadano normal puede percatarse de que las elecciones están cerca simplemente con fijarse en las memeces que hacen los políticos Ya sea hablando en mítines, cambiando de indumentaria, dando paseos, compareciendo en lugares públicos o en otras actividades, llega la época electoral y todas las tonterías les parecen pocas. Y como aquí estamos siempre en campaña…pues eso.

¿Qué llega la moda de las cazadoras y güayaberas, aquellas de Felipe González? pues todos de uniforme. ¿Qué hay que salir en mangas de camisa o con polo o remangados? pues todos a ello. Ahora triunfa la moda de las chaquetas, pero sin corbata y se despechugan venga o no venga a cuento. Y menos mal que los ‘arremangamientos’ de Pablo Iglesias, las enormes bufandas de Aznar, los modelitos paramilitares de Chacón o los chalequitos de Monedero no han hecho fortuna, porque hubiera sido todo un espectáculo. No se entiende, por ejemplo, por qué la alcaldesa Carmena no hace sus dulces caseros en el programa de Arguiñano y se pone a repartirlos en alguno de los Belenes que va a colocar, a regañadientes, por Madrid. Pero todo es ponerse a ello.

Tras la toma de cafés y de cañas en bares -a corbata quitada- viene ahora la moda de la comparecencia en programas de radio y televisión (ahí sí ha calado el ejemplo de los de Podemos) y para demostrar que uno es un político cercano al pueblo, hay que ir de emisora en emisora, comentando partidos de fútbol, bailando con hormigas, cocinando en la casa de un famoso o hablando de la pareja en un plató cualquiera. Y a eso lo llaman cercanía.

Uno pensaba que lo de la cercanía servía para escuchar y ser escuchado sobre los problemas de cada día a los que se enfrenta el ciudadano normal; para hacer una gestión política de acuerdo con lo que la gente quiere y necesita; para explicar políticas exteriores, negociaciones con sindicatos y empresarios, la marcha de la economía, la reforma de la enseñanza o la situación del separatismo. Pero ya se ve que lo que ahora ‘mola’ (también hay que acercarse al lenguaje de la calle) es ser ‘supercercano’ y dejarse ver como un ciudadano cualquiera. Eso sí rodeado de guardaespaldas no sea que alguien se sienta ‘demasiado cercano’ y nos dé el rato.

Siempre se ha dicho que los españoles tenemos lo que nos merecemos. Es claro que habrá muchos, quizás mayoría, que sí que nos merezcamos estos políticos, pero también habrá otros muchos que no. Lo que es indiscutible es que la cercanía, deja ver que nuestros políticos son como los demás, como la inmensa mayoría de los españoles, que no se puede sacar de dónde no hay y que cada palo tiene que aguantar su vela y que las velas de los políticos son de la misma cera que las del resto de sus compatriotas.

Pero aun así, siempre se puede esperar un salto de calidad en quienes dan un paso al frente para representar a todos y lo hacen desde instancias superiores en las que se toman decisiones graves.

Y que bailen en privado, que cocinen en privado, que griten gol en privado y, sobre todo, que no sean tan pelmas y que no los encontremos hasta en la sopa.

 
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