Por la boca…Negociar con los sindicatos

Nunca se ha sabido muy bien qué representación ostentan los sindicatos, ni mucho menos la cuantía de esa representación. Lo cierto es que ahí siguen, montados en el carrito que les trae y les lleva, no se sabe muy bien para qué sirven y se les llama muy pomposamente ‘interlocutores sociales’. De vez en cuando se meten en política y –dependiendo de la situación del Gobierno de turno- montan una huelga más o menos general y se vuelven tan contentos a casa.

Ahora están inmersos en la negociación de la reforma del plan de pensiones y empecinados en lo de la edad de la jubilación y, por supuesto, un día sí y otro no amenazan al Gobierno con una huelga general. Y eso es todo.

De vez en cuando hay alguna escaramuza, como cuando Esperanza Aguirre se asusta del número de liberados y pretende que alguno más de los trabajadores trabaje, y ahí sí que ponen el grito en el cielo. Y lo ponen porque ser liberado es una auténtica bicoca. Uno a veces sospecha que cuando eran pequeñitos y les preguntaban aquello de qué quieres ser de mayor, ellos respondían: yo, liberado de algún sindicato.

Pero los liberados tienen sus puntos más o menos débiles. De momento, se dice que aparcan la convocatoria de huelga general y ya se piensa en concentraciones, manifestaciones y protestas parciales, que se suponen más llevaderas.

Es muy posible que, tal y como está el patio, una huelga general ni sea oportuna, ni popular ni sirva para nada, pero aun así da que pensar que antes de las últimas reuniones estuvieran encima de la mesa nuevas subvenciones por valor de 27 millones de euros. Y ya se sabe que las huelgas con pan, son menos. Menos, e incluso ni se convocan.

Esto es algo que ha pasado con todo tipo de Gobiernos y que seguirá pasando, pero no deja de tener su gracia y, sobre todo, no deja de cabrear a la clase trabajadora, que ve cómo alguien -no se sabe en nombre de quién ni con qué representatividad- se sienta en una mesa a negociar sus pensiones y su posible jubilación más o menos retardadas.

El birlibirloque de este Gobierno ha convertido el derecho a percibir una pensión por la que se ha estado cotizando toda una vida laboral en una especie de ‘carta otorgada’ que el Ejecutivo da porque sí, porque le parece bien y casi por caridad.

Mientras, paciencia y barajar porque -y esto también es divertido- apenas se informa para no ‘entorpecer la negociación’.

 
Comentarios