Hijos violentos

Por ejemplo, la Fiscalía de Valencia ha dado la señal de alarma al dar a conocer unos datos preocupantes, que denotan el aumento de casos: cada día hay 5 denuncias de padres por violencia de sus hijos, y a la semana se detiene a unos 3 menores de media. La propia Fiscalía de Valencia, dando a entender que no es un problema aislado de Valencia, ha dado el dato de otras ciudades y autonomías con un número similar de casos, o superior.

Al margen de la frialdad de los datos – que son preocupantes-, han sido muy interesantes otros datos y aspectos del problema que la propia Fiscalía ha facilitado. Los hijos agresores son por igual chicos y chicas, jóvenes de posición acomodada y modesta: por tanto, algunos juicios “a priori” se vienen abajo. Es un problema generalizado entre los menores.

¿Y cuál es la causa principal de las denuncias de los padres? Asombroso: el móvil y las redes sociales, dice la Fiscalía. También aparece el problema de las drogas, pero en primer lugar las nuevas tecnologías. Y ante ese problema, la Fiscalía ha sido muy clara: la solución está en los padres, no en los jueces, pues se van forjando jóvenes caprichosos a quienes nada o casi nada se les niega, y no han sido educados en el “No”.

En todo este problema, hay que contar con que muchos padres sufren agresiones y no las denuncian, porque es muy duro denunciar a un hijo o a una hija. Denuncian como última opción, cuando ya son insostenibles las agresiones, porque el amor filial aguanta mucho, a veces demasiado, y entre todos hemos de considerar cómo se educa a los jóvenes.

Sobre la violencia de los jóvenes es muy interesante intercambiar impresiones con profesores de centros de enseñanza. Llevan años denunciando la creciente violencia de los alumnos, la indefensión de los docentes ante esa situación y la disculpa-complicidad de no pocos padres, que no reconocen la incipiente violencia de sus hijos, dinamitan la autoridad de los profesores, y permiten el caldo de cultivo de un tirano y violento joven. En muchas ocasiones, no saben qué hacer los padres, sufren.

No se trata de que cada uno traslademos toda la responsabilidad a los demás, reacción humana frecuente de no reconocer lo que cada uno puede y debe mejorar. Sin embargo, lo que parece evidente es que los padres deben asumir su responsabilidad primaria en la educación de sus hijos con más decisión: para ello han de reconocerlo y actuar, primero reconociendo el problema y luego adoptando decisiones con constancia, formándose para ser padres hoy y no esconder los problemas.

 
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