Los aplausos de la vergüenza

La votación del jueves en el Congreso quedará grabada en la memoria colectiva de los españoles -y en los libros de historia, salvo que la reescriban los de siempre- como una de las más tristes de nuestra democracia. Un histórico “partido de Estado” como el PSOE confirmaba públicamente su venta oficial a los intereses de los enemigos de la patria a cambio de que su líder todopoderoso pueda mantenerse en el sillón. El Partido Socialista Obrero Español tal y como lo conocíamos, ha muerto. Y nace otro, que puede tener las mismas siglas, pero que sin duda parte con muy distintos valores. Podríamos denominarlo Partido Sanchista Oligárquico Endogámico, hecho a la medida de su líder único para su propio regocijo y el de sus adeptos.

Pedro Sánchez no asistió al debate previo. No quería que le sacasen los colores (como si es eso fuera posible). El Rey Sol de la política moderna entró en el hemiciclo únicamente a la hora de votar, entre aplausos y vítores de sus palmeros. Minutos antes, Alberto Núñez Feijóo había apuntado a los diputados socialistas desde el atril: “pregúntense por qué es tan cobarde que ni siquiera comparece hoy aquí”. La respuesta no es necesaria. Porque todos la conocemos.

Políticos perdonando a políticos. Personas teóricamente elegidas por los ciudadanos para velar por su bienestar, cambiando la Ley y retorciendo la Constitución para que sus delitos “no cuenten”. Y, por si fuera poco, aplaudiéndose mutuamente por ello. Es difícil encontrar un panorama de tamaña vergüenza en la historia de nuestra democracia. 

“Nos dijeron que no habría amnistía y hoy tendremos amnistía. Y nos dicen que nunca habrá independencia y hoy tenemos más claro que es de ustedes de quienes menos depende”. Son las palabras de la portavoz de Junts, Miriam Nogueras, tras la votación. La amenaza es cristalina. Y la debilidad del Gobierno Frankenstein de Sánchez, también.

Llegados a este punto, a los “españoles honrados” -que citaba Abascal en el debate- solamente nos queda confiar en que la justicia siga su curso. Y con “españoles honrados” me refiero a todos aquellos a los que, hayan votado a uno u otro partido, les duela España. Nuestra Constitución, la misma que quieren romper Sánchez y sus secuaces, es ahora nuestra última esperanza.

Miguel Ángel Rodríguez Caveda es periodista, ganador de tres premios Emmy y presidente de la consultora internacional de comunicación 3AW.

 
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