Apuesto a que no es con Cuatro

Cuando era pequeña, en el colegio siempre salía voluntaria a la pizarra. No es que supiera mucho de nada; sacaba notas más o menos decentes, pero en muchas ocasiones levantaba la mano aunque no me supiera la respuesta correcta e incluso aunque ni siquiera hubiera entendido qué es lo que preguntaban. ¿Por qué levantaba el brazo cuando el profesor pedía voluntarios en clase? Imposible entender por qué una niña se arriesga, sin nada a cambio, a que su profesor la riña en público y el resto de los compañeros se rían de su ignorancia. Lo único que sabía es que me encantaba hacer la prueba: ¿y si esta vez lo sé? ¿y si de casualidad acierto? ¿y si esta pregunta tiene truco? En resumidas cuentas: sólo de adulta he descubierto que, en realidad, yo era una especie de ludópata del pizarrín y la tiza y que lo que de verdad me atraía era el juego, apostar contra mí misma y, de vez en cuando, acertar.   Con lo de los derechos del Mundial y con qué canal los va a compartir La Sexta me viene a pasar algo parecido a lo que me ocurría cuando era pequeña: todos los indicios apuntan a que el pacto está sellado desde hace tiempo con Cuatro. La mayor parte de los periodistas especializados han hecho ya sus apuestas al respecto y prácticamente no queda nadie, nadie, que siga manteniendo abiertas otras opciones para compartir los derechos y su difusión en abierto. Tampoco parece que quede nadie dispuesto a sostener que La Sexta podría mantenerse solita con sus derechos, sin compartirlos con nadie más y ofreciendo los partidos por todas las ventanas propias y por las ajenas ya pactadas: en analógico a través de su propia cobertura; en digital terrestre para la práctica totalidad del territorio nacional, y en modalidad de pago a través de Digital Plus para los que quieren eso: un plus en mi opinión marginal, pero aparentemente de interés para los muy adictos a los campeonatos de este estilo.   Pues bien: me resisto a aceptar que eso vaya a ser así, que Cuatro se vaya a llevar el gato al agua. Este es un mercado poco transparente, pero todavía queda sitio para el sentido común, y no es de sentido común que un nuevo entrante (La Sexta) cuya cuenta de resultados a medio y largo plazo depende de cada décima de cuota que logre arañar a los ya instalados, facilite el crecimiento de su competidor, también recién llegado (Cuatro), a costa del suyo propio. Salvo que ambos dos diseñen un escenario de patadón concertado contra el resto del mercado, que todo es posible.   Más que lo anterior, me cuesta digerir intelectualmente las implicaciones para el derecho de la competencia y el libre mercado, de un acuerdo entre La Sexta y Sogecable que incluyera a la vez los derechos de pago y los de emisión en abierto. Si Sogecable accede ahora, sin más miramientos, a la contratación de ambos tipos de derechos, haciendo pinza a sus competidores por arriba y por abajo, mal lo van a tener Antena 3 y Telecinco, por señalar a alguien, cuando quieran insistir sobre la conveniencia de limitar los contratos de Sogecable con las ‘majors’ precisamente para evitar este tipo de pinzas. Primero sin fútbol y, luego, sin cine. Mal asunto.   Se mire como se mire, todo quedaría mucho mejor si La Sexta cerrara finalmente con alguien menos señalado, con menor carga de erosión. Acabo de echar un vistazo a la “porra” que ha montado una web especializada en temas de tele y compruebo que más del 40% de los encuestados por esta web opinan que quien debería compartir los derechos del Mundial con La Sexta es Antena 3. Sólo el 30% apuestan por Cuatro. En fin, parece que no estoy tan sola como imaginaba. Esta semana sabremos quién se equivoca. Qué emoción.

 
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