¿Es hora de abordar un nuevo modelo de relaciones con los profesionales?

En mis dos artículos anteriores he tratado de reflexionar sobre la actualidad del Sector Sanitario Privado, especialmente el ligado al aseguramiento, que, como ponen de manifiesto todos los estudios que llegan a mis manos, no para de crecer paradójicamente en un marco de Sanidad Pública universal de una altísima calidad.

En ellos he dado pinceladas sobre la evolución de los agentes principales del Sector, aunque no he tratado del principal que son la creciente masa de población, que destina una parte de sus recursos para contar con una cobertura alternativa a la que tiene por ser residente en España, aunque esto choque frontalmente con discursos dogmáticos que demonizan el Sistema.

No obstante, me consta que los principales agentes sí destinan recursos a analizar este comportamiento social para dirigir sus estrategias comerciales en función de esa información. Evidentemente ésta no es de información pública y sólo de forma accidental es posible acceder.

Lo que sí llega a un observador externo, como es mi caso, son las demandas generales de cada uno de los agentes, incluidos los usuarios finales, ya sean actuales o potenciales y se podrían resumir en una mayor y mejor financiación por parte de aseguradoras, grupos hospitalarios y profesionales sanitarios y una mejor accesibilidad a los servicios contratados por parte de los usuarios.

La primera aproximación simplista nos lleva indefectiblemente a pensar en “más madera” como necesidad para dar satisfacción a todos, pero inmediatamente surge la duda: subir primas o recurrir a ese elemento “tabú”: el copago, y esto suena a mentar la soga en casa del ahorcado. Menudo dilema…

En un escenario como el actual, donde las cuentas de las aseguradoras son saneadas en términos generales, los grupos hospitalarios no paran de invertir, bien en centros nuevos o en tecnología, y los profesionales que trabajan en el Sector son envidiados a menudo por otros compañeros de profesión y con frecuencia criticados, injustamente según mi criterio, por compañeros que se dedican a la Pública en exclusividad, es difícil y complicado el plantear sistemas donde todos estén mejor retribuidos y puedan dedicarse plenamente a ejercer su función social sin temor de ser considerados apestados, no sólo por una parte de la clase política y social, que utiliza básicamente principios dogmáticos, que la realidad desmiente, sino por otros compañeros.

Pues bien, como la Historia no está sólo para repetirse, como a menudo se dice, sino para aprender de ella, invito a un breve recorrido por lo que afecta al Sector.

No pretendo remontarme a los orígenes de un Hipócrates, Galeno o Avicena, pese a que alguna institución española como es el Colegio de Médicos de Córdoba haya celebrado el milenio de su fundación.

Sí llamar la atención sobre el hecho de que la Ley de Seguros de 1.908, ya recogía la existencia de la actividad bajo el epígrafe de “Igualas de médico, botica y entierro” hace algo más de un siglo.

 

No es difícil imaginar que el modelo existente entonces era significativamente diferente al actual, aunque las cifras que se movían debían de ser lo suficientemente significativas para ser recogido en la Ley.

En aquel modelo las retribuciones de los profesionales se derivaban de la “Iguala”, hoy diríamos primas de seguro, y normalmente eran familiares y, por supuesto no solían incluir la hospitalización, amén de que las pruebas diagnósticas existentes eran pocas y se realizaban por métodos artesanales.

De ello se desprende que el modelo retributivo era el “capitativo”, copiado después por la Sanidad Pública dando lugar a los conocidos “cupos”.

No obstante, la Sociedad y el ejercicio profesional evolucionan y así surge la especialización.

Las igualas de mayor éxito comercial van incorporando estas especializaciones de forma paulatina y retribuyendo a los profesionales, que de forma lenta pero constante se iban adhiriendo a ellas, con una parte de la cápita que cobraban a sus afiliados.

No es difícil suponer que el reparto de los ingresos, que esta tenía, una vez deducidos los gastos de funcionamiento, no se ajustaba estrictamente a la dificultad intrínseca del acto, sino que se consideraban otros factores como el prestigio del profesional, su atractivo comercial para captar nuevos afiliados, etc.

En este escenario, que no viví y del que es poco menos que imposible obtener estadísticas, lo que parece evidente es que, al no existir una Sanidad Pública estructurada y mucho menos potente, el crecimiento de las “Igualas” debió de llamar la atención hasta el punto de que los Colegios profesionales impulsaron las suyas propias, y que este nuevo rol exigía un nuevo sistema de la retribución del trabajo que en las mismas desempeñaban los profesionales.

Surge así el sistema de pago por “acto médico” en los años 30 del siglo pasado.

Una idea brillante, ya que además de presuponer una retribución más acorde con la dificultad del acto realizado, llevaba un copago consistente en la adquisición por parte del igualado de un talonario que le permitía acceder a los profesionales adheridos a la Iguala.

Ese talonario adquirido suponía el pago de un número determinado de consultas, generando de esta forma una inyección de tesorería en la entidad y permitiéndole abordar proyectos de ampliación de las prestaciones, que habría sido complicado financiar por otros métodos.

La progresiva especialización de la Medicina, la aparición constante de nuevas técnicas de diagnóstico y tratamiento, además de la movilidad geográfica de la población, entre otras causas van generando un auge de esta modalidad retributiva en detrimento del sistema capitativo, de forma que ese sistema retributivo es el más generalizado en la actualidad.

No es mi objetivo, en este artículo, el analizar el desarrollo histórico del Seguro de Salud en España, pero, con todo lo anterior, quiero poner de manifiesto la antigüedad del sistema de retribución más generalizado en la actualidad.

Con todo, aún se ha adulterado al ir suprimiendo las aseguradoras, herederas de las “igualas”, el coste del copago, que implícitamente buscaba, también, una moderación en la demanda asistencial.

No vamos a entrar en la discusión de la bondad o maldad de esto último, pero es claro que actualmente el mayor de los copagos, en la modalidad de Asistencia Sanitaria no cubre ni una pequeña parte del coste asistencial.

Si la Sanidad ha evolucionado de forma difícilmente imaginable en los últimos diez o quince lustros, y no digamos la Sociedad y, como parte de ella, los profesionales que se van incorporando y su percepción de su trabajo, así como sus expectativas vitales, me pregunto si no va siendo hora de plantearnos un nuevo modelo retributivo, que recoja los cambios habidos en los últimos tiempos y los que están por llegar.

En este sentido la OMC ha presentado recientemente un Foro que quizá podría ser el marco donde trabajar todos los agentes implicados y promover los cambios que necesita el modelo, para garantizar su desarrollo y sostenibilidad, ofreciendo la asistencia que demandan esos más de 10 millones de ciudadanos, que además de contar con una cobertura pública de muy alto nivel, destinan una parte de sus ingresos a financiarse otra sanidad que cubra sus expectativas.

Obviamente, en este Foro deberían estar integrados, al menos, los principales agentes, aseguradoras y grupos hospitalarios, y debería estar dotado con una parte de sus ingresos en justa reciprocidad a lo que hacen la mayoría de sus clientes.

No voy a terminar sin destacar la importancia de los centros sin internamiento, cada vez más necesarios en la forma actual de ejercer la Medicina y que conforman la red capilar, que progresivamente va sustituyendo al médico aislado, pero sien que esta importante labor les sea reconocida, en mi criterio, por los otros agentes. Su integración en el Foro se me hace necesaria, si lo que buscamos es el desarrollo de un modelo de futuro sostenible en si mismo.

Finalizo este apunte llamando la atención que ese nuevo modelo no debería ceñirse al “cuanto”, que también, sino al “como” y al resto de los adverbios marcando un camino, no exento de espinas, pero que en un tiempo de sus frutos.

Me estoy refiriendo a desarrollo de una carrera profesional en el Sector Privado, a favorecer la formación continuada y la investigación, entre otras cosas. En definitiva, a crear un marco que resulte atractivo a los profesionales y resulte en una mayor calidad asistencial, que, en definitiva, es su razón de existir.

Manuel Rodríguez Ocaña

Actuario de Seguros y Consultor de Sanidad

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