¿La guerra por el agua?

El agua es esencial para la vida y es un derecho. El derecho humano al agua es básico, primordial e indispensable para el cumplimiento de los demás derechos (a la vida, a la vivienda, a la alimentación y a la salud), y para el cumplimiento de los ODM.

Este derecho, es para una gran parte de la humanidad, un espejismo. Quizás para quienes vivimos en ciudades y sólo tenemos que abrir un grifo, despilfarrando en su uso, nos resulta extraño. La realidad es que hay más de mil millones de personas que se ven privadas de agua limpia, y casi el triple no tienen acceso a un saneamiento adecuado. En África subsahariana, el 40% de la población no tiene agua potable. Esta situación tiene un enorme coste humano y socioeconómico.  Miles de mujeres caminan muchos kilómetros a diario en su búsqueda. Ello les impide asistir al colegio (acentúa la desigualdad de género). A su vez el agua contaminada, no saneada, es transmisora de enfermedades fácilmente evitables (cólera, fiebre tifoidea, hepatitis A, diarrea, dengue, polio, salmonelosis, etc.). Diez mil personas mueren al día por esta causa, la mitad, son niños menores de 5 años. Los más afectados son los pobres de las zonas rurales.

Detrás de este gravísimo problema  se esconden otras variables: poder, pobreza y desigualdad. La crisis mundial del agua es una realidad silenciosa. Más allá de la escasez y del cambio climático hay profundos intereses. Las futuras guerras, ¿serán por petróleo?, ¿por buscar “armas de destrucción masivas”?, ¿o por el agua? Celebremos el Día Mundial del Agua (22 marzo), siendo conscientes y responsables de esta situación. El gran desafío medioambiental del s. XXI será  conservar éste valiosísimo recurso natural, que no es infinito y es condición sine qua non para la vida misma…

 

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