Los impuestos

Hasta el más lego en materia económica lo entiende. Todos los analistas, tras conocer el pasado sábado la decisión del Gobierno de ‘reajustar’ los impuestos, han llegado a la conclusión de que serán las clases medias quienes soporten la mayor parte del peso de la subida.

Sin ser experto en la ciencia fiscal, el ciudadano razona: los más pobres no se ven afectados demasiado por los impuestos, no hay de dónde sacar. Los más ricos tienen muchas más defensas desde el punto de vista de la estrategia fiscal y, en cualquier caso, se trataría de tener un poco menos de lo mucho que tienen. Es evidente que quienes sufren la gran presión son las clases medias que, además, han de mantener un estatus de vida de cierto nivel.

Posiblemente sea un razonamiento muy simple, un razonamiento al que cualquier economista haría muchas reflexiones y matizaría con toda seguridad, pero un razonamiento que dista muy poco de la realidad.

Lo que dista mucho de la realidad que el Gobierno de Rodríguez Zapatero anunció el pasado sábado tras el Consejo de Ministros es la trayectoria de informaciones, globos sonda y declaraciones que el propio presidente y algunos de sus ministros –singularmente las dos vicepresidentas- han venido realizando en las últimas semanas tras el verano.

Si no son mentiras formuladas adrede, con algún propósito, son improvisaciones, porque lo que decían hace tan sólo unas semanas no se ha cumplido en absoluto y sí se han cumplido los vaticinios de quienes eran tildados de catastrofistas y dados a la alarma.

Sin ir más lejos, no se han cumplido las últimas ideas de Elena Salgado sobre el IVA o sobre la carga fiscal que iban a soportar las rentas más altas.

Una vez más es la clase media –ese colchón sociológico que tienen las sociedades evolucionadas- la que aguantará la peor parte de la reforma. Ocurre que es precisamente esa clase media la que genera riqueza, la que crea empleo y la que mueve la economía a través del consumo. Si se cercenan las posibilidades de desenvolvimiento normal de esa clase se estará truncando en su inicio el gran motor de la recuperación. Es ahí en donde el Gobierno tendría que haberse fijado y haber incidido, porque las políticas sociales por sí solas sólo generan pobreza y falta de empuje productivo en la sociedad.

 
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