Que soy presidente de Europa

Pues algo parecido puede que haya dicho José Luís Rodríguez Zapatero cuando se ha visto investido presidente de turno de Europa.

A juzgar por sus declaraciones de fin de año, si siempre está encantado de haberse conocido ahora, al conocerse como presidente de la unión Europea ha debido de levitar, y se ha marcado, como siempre hace, unos objetivos concretos y determinados y también como siempre, lejos de la improvisación y de la indeterminación. Por ejemplo el más llamativo -y que seguro que consigue- es sacar a Europa de la crisis. Otros ya son menos ambiciosos, como eso de que Europa tenga una voz única. Y así sucesivamente.

Objetivos aparte, lo cierto es que uno no sabe muy bien qué pinta nadie, ni siquiera Rodríguez Zapatero, como presidente de esa entelequia –Copenhague dixit- que es Europa. Lo de la crisis es risible pero es que lo de la voz única de una serie de países que en pocas cosas se ponen de acuerdo, que va cada uno a lo suyo –cosa bastante lógica- y que, se quiera o no, bailan al son que tocan las bandas de dixieland, en los Estados Unidos es, por absurdo, demasiado tonto como para que de ello haga bandera un dirigente político.

Se dice que lo único que pretende el presidente del Gobierno es aprovechar estos seis meses -de hacer que hace- para restaurar su deteriorada posición interior, tanto de cara a la generalidad de los españoles, como en el ámbito más concreto de su propio partido en el que no todo son aquiescencias ni adhesiones inquebrantables y sin tapujos se deshoja la margarita de la repetición de candidatura.

El calendario de reuniones es de vértigo y, además de que nos va a costar un riñón, va a servir para poco y si sirve de algo no será por las decisiones que pueda tomar el presidente rotatorio.

Además de estrenar presidencia, Zapatero va a estrenar presidente estable o ejecutivo, en la persona de Herman van Rompuy, y superministra de exteriores, Catherine Asthon, que van a dar poca bola al político español que se limitará a sonreír, a parlotear y a sacar réditos domésticos. El resto será pura bambalina por mucho bombo que se le quiera dar y por mucha broma planetaria que se quiera hacer de las declaraciones -divertidas cuando menos- de Leire Pajín.

Las encuestas dicen que muchos españoles ni siquiera están enterados de lo de la presidencia europea –un bromista diría que se van a enterar- y que de los que dicen estar al cabo de la calle, el interés que demuestran, por tan plantario acontecimiento, es perfectamente descriptible.

No estaría de más que los medios de comunicación –que tan dados somos al ditirambo- evitáramos en estos seis meses palabras como histórico, liderazgo, decisivo, estadista…y, por supuesto, planetario y hasta ‘championlí’.

 
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