Reviviscencias

El presente a veces deja trasparecer una sensación de ayeres que pueden adquirir cuerpo y alimentar un desasosiego que va más allá del déjà vu. No es sólo que vuelvan a sonar, adaptadas con otras voces y arreglos más perfectos, canciones a las que el tiempo no necesariamente ha mejorado, pero sí dignificado: todo aquello que supera las dos décadas merece, por el hecho de acumular transcurso, al menos una consideración respetuosa como parcela de la historia colectiva o de la historia íntima. (Escuchar, por el ejemplo, el Face to Face de los Twins en versión de Soraya produce un si es no es de regocijo, pese a la condición prefabricada de la intérprete.)

No se trata sólo de que suene otra vez la música de entonces ni de que «una conocida marca de refrescos» esté explotando magistralmente la nostalgia de toda una generación desde el punto de vista comercial. Se trata de que, en un estrato más amplio que el de la cultura de masas, el devenir histórico parece haberse impulsado varios pasos hacia atrás. En los periódicos coinciden estos días el comunicado de ETA en que la banda advierte de la suspensión de su alto el fuego, y las crónicas de las escaramuzas diplomáticas entre Estados Unidos y Rusia a cuenta de un escudo antimisiles. Inopinadamente, hemos regresado a los años de plomo en España y a los años de la Guerra Fría en el mundo.

La fraseología etarra es pavorosa, pero sobre todo es risible por antañona. Si no expresara amenazas bien reales, moverían a chanza declaraciones como «el talante de Zapatero se ha convertido en un fascismo que deja a los partidos y a los ciudadanos sin derechos» (teniendo en cuenta la lenidad del Ejecutivo respecto a ANV, eso es lo que se dice ver la botella medio vacía), o «renovamos nuestra decisión de defender con las armas al pueblo que es agredido con las armas». En el baúl de los recuerdos, una retórica de ese estilo es contemporánea, como mínimo, de los anuncios de la Mirinda. Puro pasado.

Al igual que las porfías entre americanos y rusos por la presencia de misiles en territorio europeo. Las quejas imperiales de Putin ante Bush son muy similares a las de los jerarcas del desaparecido régimen soviético cuando Reagan desplegaba sus Pershing en el continente para terminar de una vez por todas con un absurdo conflicto bipolar. Ahora las circunstancias son otras, el toma y daca es distinto, el verdadero peligro viene de los ayatolás, pero por si acaso no debemos dejar de preguntarnos, como entonces, al ritmo rockero de Polanski o el Ardor, «¿qué harías tú ante un ataque preventivo de la URSS?».

 
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